Edan / The beauty and the beat / José Manuel Costa
28-02-06 José Manuel Costa
Edan
the beauty and the beat
lewis. hip-hop
Edan, ¿la tercera vía del hip-hop?
Edan (Portnoy) es uno de esos fenómenos que surgen así, porque una revista tan respetable como The Wire le dedica su portada sin mayor aviso y obliga a sus lectores (generadores de opinión pública o privada y músicos en gran medida) a tomarlo en cuenta, no sea que vayamos a perdernos algo. Bueno, Edan es un ra-pper y productor de Boston (Massachussets), de origen judío, lo cual no es mal pedigree en el hip-hop si tenemos en cuenta a los Beastie Boys, por ejemplo.
Aparte de esto Edan ha editado bastantes 12" y un álbum que venía a recoger muchos de esos trabajos anteriores. Es un maniático de la investigación histórica y un amante de toda música que se ponga a su alcance, sea Kool G Rap, Edgar Varese o los Kinks. Además tiene una vena poética francamente surrealista que alguien ha tratado de explicar bautizándole como el Borges del hip hop.
Retro y «avant». Una historia curiosa, la verdad. Sólo que las historias en música sólo tienen sentido si la música generada justifica cada una de ellas. Dicho rápidamente, este es un disco al mismo tiempo retro y avant. Pero lo fundamental es que persigue ser un disco psicodélico, no tanto en la tradición de la costa Oeste americana, sino más bien en la de las calles centrales del «Swinging London» (¡hasta los Hollies aparecen por aquí!).
Enfrentado a grandes renovadores del hip-hop como Dälek, Quasimoto o los difuntos Clouddead, la originalidad documentalista de Edan no resulta aparente hasta la segunda mitad de un cd que, eso sí, no dura más que 40 minutos y sigue una evolución sin hiatos desde unas primeras canciones «fáciles» hacia un final definitivamente más psicodélico y aventurado.
Un meloso tremendismo. The Beauty and the Beat suena muy bien, pero a veces viene a la memoria que De La Soul ya hicieron algo parecido (aunque no igual) con 3 Feet High and Rising y sucumbieron al meloso tremendismo del gangsta rap. Claro que eso fue en 1989, de manera que se sitúa en el fondo de catálogo recorrido y puesto en valor por este hombre. Este es un buen disco y significativo en la medida en que supone una Tercera Vía entre las producciónes brillantes pero rastreras de tanto «piff puff» y tanto «daddy» y los desparrames experimentales y oscuros del «avant-hip hop» de los últimos años.
Que pase de significativo a trascendente es cosa que aclarará el tiempo. Lo menos que puede decirse ahora es que «se escucha con agrado». Y con mayor interés en cada pasada.