José Maldonado > Desde que te conozco, y he ido viendo parte de tu "producción, tus obras... en pocas ocasiones te he percibido distanciado de la pintura, alejado de ella, del pintar. Parece esencial a tu modo de pensar, de ser y estar en el mundo. También cierto "fantasma de la figuración está muy presente en tu obra (no llego a contemplar tu hacer mera figuración), cuando dibujabas / pintabas o en tus dibujos-grabados-pinturas... o ahora con esos fondos-pintura.
Todo esto me empuja a pensar tu trabajo último como algo extremo, con poco recorrido más en la pintura y en lo pintado. Tengo la sensación de que es un trabajo en el límite y que ha traspasado el propio concepto de pintura... y vela más que desoculta? Qué sucede en tus cuadros, cual es el relato, el discurso, el misterio. Parecen peligrosos.
Jorge Diezma > Suficiente tengo con pintarlos, ni idea tengo de lo que sucede.
Hay una morbosidad extrema en el regodeo pictórico y eso me resulta perturbador porque yo estoy comprometido con el bien. Disfrutar de las mejoras técnicas es vergonzante, y yo no dejo de hacerlo.
J.M. > Comprometido con el bien?
J.D. > A tope.
J.M. > Regodeo pictórico y disfrute?
J.D. > El compromiso crítico de un pintor tiene que estar ya presente en la evaluación de los motivos que le llevan a uno a pintar. Desde luego no puede ser el hedonismo lo que le tenga a uno con el pincel en la mano, tampoco la cura. Para un pintor, y en el fondo para cualquier persona que se introduzca en la pintura, lo que un buen cuadro tiene son instrucciones para la vida. Pero no en el sentido del relato, no como un abuelo largando máximas, sino en el sentido físico. Están ahí marcadas, las instrucciones. Un cuadro bueno es una tabla de entrenamiento para alguien que quiera mejorar, sólo hay que seguirlas al pie de la letra. En este sentido la técnica es la portadora de una moralidad depurada por el tiempo, y el cuadro es un lugar performativo donde un maestro ejerció su sabiduría. Pero claro, dicho así parece un poco el "dar cera, pulir cera" Ahí es donde entra mi interés por el truco, porque se refiere a lo que es específicamente pictórico, y no a la experiencia, que sería el caso de las artes marciales. Pero el truco es el enganche, y el que pinta, menos que nadie está exento de su atracción. Por eso digo que disfrutar de la mejora técnica es vergonzoso, pero a la vez mostrar el truco de la forma más desnuda posible es el tema de mis cuadros.
J.M. > El bien… la verdad… en un "esto se hace así. Yo lo hago así: los trucos ahí están". Si esto es así, parece que la figura del animal o del hombre son su medio… como una causa más, la causa: dejar espacio al truco y a la destreza técnica humana. No hay mucho espacio para una "concepción contemporánea y existencial, algo que diga del sujeto (del artista o del artesano) algo (el tópico de "con eso o con esto quiero decir esto o lo otro…" Este trabajo no es nada tópico, y sin embargo su realismo, insisto, está en el limite de la realidad?
J.D. > Yo no he dicho nada de “la verdad”. Aunque creo que no es un error el que la nombres, porque me he equivocado al referirme a la moralidad, y creo que por ahí se ha debido colar. En realidad creo que en vez de moralidad quería decir ética, al fin y al cabo mi argumento es que se trata de una acción, luego debe ser una ética ¿no?
Lo de que el realismo esté en el límite de la realidad me parece lo más normal del mundo ¿Dónde va a estar sino? Es su lugar, no hay que hacer nada especial para situarlo ahí, basta con quitar las cosas que despistan, basta con dejar de utilizar la representación como medio; medio de expresión, de narración, de sublimación, de lo que sea. La pintura después del siglo XX no tiene la capacidad de confirmar que hay una realidad, que es la función que siempre ha tenido el ¡se parece!. Por eso se puede volver a pintar figurativo. Y resulta curioso ver cómo motivos formales semejantes pueden significar de manera tan distinta en diferentes épocas.
La diferencia entre contemporáneo y no contemporáneo no me parece relevante, creo que pertenece más a la discusión de los géneros y sub-géneros. Por otro lado, si alguien tiene algo que decir, que no pinte.
Un pintor no puede evitar el expresarse, así que la expresión es otra de esas cosas a las que no hay que dedicar energía.
J.M. > Animales, no objetos inertes, tampoco personas, al menos en estos trabajos. Tiene todo esto alguna posible relación con el instinto o con modos de comportamiento incontrolables? Son fabulaciones y hemos de reconocernos en ellos, en tus cuadros, y en esos animales que surgen o se sumergen en el fondo?
Desde luego son unos "cuadros de compañía" inquietantes, algunos mucho… salvajes?
J.D. > La realidad objetual de un cuadro es algo que me interesa. Pensar en la pintura como en un mundo de objetos me hace verla de forma saludable, creo que el rodeo al que se obliga a la experiencia: del sujeto al objeto para de alguna manera percibir desde fuera el sujeto, es un buen ejercicio. Creo que hay algún tipo de paralelismo entre el lugar de un animal con respecto a la distancia objeto / sujeto, y la naturaleza de los cuadros.
¿Es el cuadrado negro de Malevich un zoo o la pupila de cualquier bicho un abstracto negro? En este caso, en la lectura más inmediata, creo que uno se puede preguntar sobre qué le pasa a un bicho cuando lo / le metes en un cuadro. En general creo que una obra, cualquiera que sea su soporte, está relacionada con la idea de meter aquello en esto de aquí.
Sobre la cuestión de lo incontrolable no sé que decir…
J.M. > Me refiero al instinto. El animal pintado, quizá también el hombre pintado, puede decir o referir al instinto,,, a cierto goce fatal e inevitable, casi una especie de fuente de adicciones... una "adición... un añadido que no podemos evitar?
J.D. > A mi me gustan mucho Los Planetas. Es el grupo que más escucho, lo hago casi todos los días, y canto en el estudio: “me he levantado casi a las diez y me he quedado en la cama mas de tres cuartos de horaaaaaa, ha merecido la pena…” Y me emociono como un subnormal . Musicalmente no deben ser muy buenos, pero a mi eso me da lo mismo. Debe ser una cuestión empática, me reconozco, veo a mi pandilla, y siento esa identidad que produce alivio . Es un tío que habla sobre lo egoísta, rencoroso y yonqui que es. La cuestión de la adicción la tiene totalmente tematizada y es recurrente.
Esa manera de tratar la adicción, lo inevitable, el goce fatal o como quieras que lo llamemos, rebaja la intensidad del agujero, hace parecer nuestro algo irreductible, a la vez que te asegura el enganche, porque si no a ver de qué va a hablar en sus canciones. Te unes a una tradición de cuentos y participas de ellos, los alimentas, sintiéndote acompañado y arropado en tu profundísima sima. Creo que lo empático está bien para la música, pero la pintura tiene la posibilidad de cierta distancia crítica, porque no estamos hablando de relatos sino de objetos. El relato es empático, el tiempo de tu vida se confunde con el tiempo del cuento, pudiendo llegar a esa identificación tan liberadora, a veces tan inútil, tan catártica, tan acrítica.
Si tienes una adicción, una repetición inevitable, y produces arte de cualquier tipo, no te preocupes por articular tus obsesiones, no hay manera de evitarlas, ya saldrán. Tematizar una adicción es impedir que se manifieste de forma distinta, inesperada. Una repetición severa es cualquier cosa menos un añadido. Es constituyente, pero yo no he racionalizado esa parte. Cuento con que esté presente, de hecho seguro que es lo importante, y uno se dota de una metodología que haga que lo que no se puede evitar, que al fin y al cabo es lo que es el estilo, vaya saliendo.
J.M. > Intensa definición de estilo… método para hacer lo inevitable? Claro¡! Tal vez estos animales son inevitables… pero también suena a técnica para amortiguar el golpe, aliviar el reconocimiento. Esto es lo que yo antes intentaba decir con contemporáneo y existencial. Era mi intención ser irónico… pero qué aportan, añaden… muestran esos animales? Qué te atrae de ellos para que sean figura e imagen de tus obras?
J.D. > Durante este tiempo, cuando me han preguntado por qué pinto animales, he contestado que era un motivo recurrente, una forma de no llamar mucho la atención sobre el tema. Y aunque es verdad que cada vez más pienso que da igual lo que se pinte con tal de conseguir pintar de forma extensa, creo que se pueden decir más cosas sobre la elección de los animales.
Cuando pintas a una persona el cuadro pasa algo más desapercibido, porque un cuadro es un lugar natural para una persona, es un hábitat que le es propio y la cosa no rechina; no llama la atención la diferencia entre lo representado y el cuadro. Al poner un animal, es más difícil que el animal y el cuadro se confundan en uno, los dos elementos, significante y significado, creo que mantienen cierta distancia, creando algo más de tensión. Pero luego lo que pasa, que es muy curioso, es que la pipa de Maggritte claro que es una pipa, vamos, la pipa más pipa de la historia de las pipas, y entonces es cuando te das cuenta de algo muy raro, y es de que un cuadro son dos cosas. Debe ser un truco lo que convierte una cosa en dos. Buscar algo muy distinto a un cuadro, muy distinto o, como antes decía, que sea difícil de confundir con él, puede ayudar a ver las dos cosas que el cuadros es. Pero por otro lado, el confundir la figura con el fondo, el que el ojo, el lugar de la identidad, sea fondo, remite por último al cuadro, a la fuerza del significante. Al fin y al cabo es el animal el que es traído al cuadro, el cuadro siempre está en su sitio. Da igual lo que metas en un cuadro, el cuadro se lo traga.
J.M. > "Meter aquello en esto de aquí" suena forzado y a forzar, es algo bestial pero muy humano?
J.D. > No solo con forzar.. más concretamente con someter y segregar.
J.M. > Antes decía de tu trabajo que (yo) lo situaba en el límite refiriéndome a la esencia del pintar, no en tanto que límite de la imagen-ventana. Me refería a un límite que es hacia el fondo de la pintura (si esto fuera posible físicamente) pero también hacia el exterior de la imagen. Es una pintura implosiva; falta de oxígeno y de una densidad visual que genera mucha presión en el espectador... cierta atracción fatal "espectacular... no están ni aquí ni allá. Son difíciles de aprehender.
Pueden ser impersonales?...
J.D. > La dualidad del cuadro, objeto físico (cuadro) / objeto representado (animal), es una especie de truco que nos sigue enganchando, tal vez engañando. No sé si en el acto de representar se está participando del mal. Si así fuera, la experiencia de la atracción más básica podría ser de ayuda. En este sentido es en el que la pintura se distingue del resto de figuraciones (playstation, publicidad o lo que sea): la representación no es medio de nada, es la cuestión. Y la pintura en su obviedad facilita el que uno se sobreponga al truco para llegar a la construcción crítica. La pintura es un buen lugar para la crítica.
Me interesa el truco. Creo que la historia de la técnica pictórica está muy relacionada con este concepto.
J.M. > Compromiso con el bien. Ahora hablas del mal... dónde me he perdido? podrías ayudarme a pensar, a orientarme en este sentido?
J.D. > Me he debido explicar mal. En cualquier caso lo que quiero decir es que juzgo moralmente mi actividad artística.
J.M. > Volvamos, si te parece, a fijarnos en tus figuras y en sus (los) fondos. Después de lo dicho hasta ahora… ya no sé en que medida (más allá de la perceptiva) siguen siendo animales, figuras de animales… no serán figuras de trucos, superficies trucadas a ojos vista… accidentes. Y aquí, si me lo permites, vuelvo a retomar el instinto como centro de atracción ya que … lo que en cierta medida envidiamos de los animales es su instinto, algo que en nosotros ha sufrido serios desplazamientos a través de la evolución , y que sólo sale a pasear para ocasionar conflicto y perturbar nuestra extensión social y bien estar. Hablo de representar algo que no se tiene concientemente y en algunos casos tampoco inconscientemente… ???
J.D. > Sí, creo que el arte ha venido pretendiendo suplir la falta y lo que hace en realidad es marcarla.
Y con respecto a que esas figuras no sean animales, creo que no ocurre. Últimamente pienso que toda la pintura es figurativa, que la cuestión es que el significado no se termina de disolver, no hay manera de hacerlo desaparecer. A veces es verdad que pasa desapercibido. Ni Ad Reinhart, ni nada.
Cuando uno pinta un animal ejerce una violencia simbólica parecida a la que se ejerce sobre el género femenino al decir: esto es un coñazo. Los animales y las mujeres además de entes físicos son conceptos, y los conceptos son funcionales y forman parte de la realidad a la que se remiten. Pero vamos, lo que a mi interesa no es acabar pintando para Greenpeace, sino ver qué le pasa a las cosas cuando las metes en un cuadro. Ver qué tipo de violencia es esa, cómo se aplica.
J.M. > … Violencia… segregar… someter…???
J.D. > Hablas del instinto como si de un reducto se tratara, y parece un tema interesante, pero de verdad que creo que no tengo nada que decir sobre eso, aunque tal vez sea por respeto, por superstición o por un anhelillo cursi.
J.M. > Comparto contigo la sensación, para mi es así, de que toda pintura es figurativa, sin embargo considero que no es exclusivamente un metalenguaje y que no siempre hace referencia a sí misma… tal vez por su función y por su dimensión social, por su espectacularidad. A mayor alarde (técnico en general) mayor alienación, incluso del artista?
J.D. > Yo sí que creo que la pintura siempre hace referencia a sí misma, pero no exclusivamente, y la cuestión es ver dónde reside lo que no es autoreferencia. La violencia simbólica no es autoreferencia. De hecho, tengo la sensación de que la autoreferencialidad cofiere al arte la impresión de que es inocuo, de que en el arte se puede hacer cualquier cosa, no porque sea un terreno de libertad sino porque no pasa nada, da igual qué barbaridad se exponga que su efecto es nulo, en realidad es por eso por lo que se permite. Pero eso es porque se entienden los efectos de forma discursiva, en relación a la voluntad del artista, como si el contenido de una obra fuese lo que el artista nos quiere contar. Seguimos enganchados a la concepción expresionista (o romántica, o moderna, o yo qué sé) de la obra de arte. Como si una persona tuviera de repente algo que decir y luego pensase: a ver, ¿de qué manera le transmito al mundo esta inquietud mía? ¿con una película, una novelita, o un caudrín? Creo que ahora mismo es más interesante plantearse la especificidad del medio, a través de su tradición y su técnica; de su realidad física. Creo que la manera de llegar a entender la parte no autoreferencial de la pintura es por medio de la hiperconsciencia, así como la manera más segura de que la autoreferencia impere es seguir creyendo que una obra es un acto comunicativo entre personas.
J.M. > Una pregunta asquerosamente tópica… cómo ves la situación de los artistas de tu entorno y de tu generación (más o menos en ambos casos)???
J.D. > Conozco mucho mejor la situación de los estilistas.
El grupo de pintores punkiguarri de Cuenca, que son los únicos que conozco que siguen siendo un poco pandilla, está viendo cómo su obra al entrar en el mundo está siendo asumida por la burguesía más pepera. Ahora parece obvio, pero a mi me ha sorprendido. Por otro lado en España parece que nos cuesta admitir que los noventa han pasado, como si los noventa no hubieran sido una puta mierda. En general creo que el mecenazgo institucional es negativo para el desarrollo de las artes y está ampliamente instalado. Veo que la gente que funciona no tiene interés y que los que podrían haber tenido interés no se dedican a esto.
J.M. > … tal vez podríamos hablar de otras cosas, de skating y de música, de fetichismo y o de libros, y otras vías artísticas… qué nos fascina de lo que sucede en el mundo. Qué acaba con nosotros?
J.D. > No. Yo no creo que en una entrevista debiésemos hablar de “otras cosas”. Cuando unos diseñadores se encuentran en el Jose Alfredo y comentan la última película de Jodorosky y la comparan con Esquilo o con Shakespeare, con la teoría de los agujeros negros y con la física cuántica, lo que normalmente hacen no es iluminar la peli, sino rebajar todas las referencias que utilizan.
Nos cuesta esforzarnos…
