Okwui ha demostrado, de una vez por todas, que como curator es un completo bluff. Carece de eso que se ha venido llamando "discurso", no tiene ninguna imaginación al plantear una muestra, elige artistas y obras pésimas, apuesta descaradamente, de cuando en cuando, por el mainstream, va de radical chic y de poscolonial descafeinado, recurre a citas pedantes que no aportan nada y, casi lo peor de todo, ha convertido el Pabellón central de los Giardini en un teatro megalómano y el Arsenale en una laberinto de paneles que destroza tanto al espacio cuanto al espectador.
La temática de "All the worlds future´s" es un puro flatus vocis. Las subtemáticas son, lisa y llanamente, pretextos para no hacer nada: "Vitalidad: sobre la duración épica", "Jardín del desorden" y "Leyendo el capital". En verdad, hay una extensión más que nada patética, una tendencia a lo caótico y a lo arbitrario y un literalismo del capital. Se piensan acaso que por leer el Capital uno es marxista? Me he quedado estupefacto con este tendencia convertir al texto de Marx en un motivo para la hispsterización y el postureo. En la librería de la Bienal estaban los tomos de Marx por aquí y por allá aunque no parece que nadie se animara a comprar ese ladrillazo energético. Los performers que he visto eran malos de solemnidad ya leyeran el capítulo sobre el fetichismo de la mercancia o aunque estuvieran bailando con una tristeza abismadal unos pasajes del seminario del síntoma de Lacan (a las "ordenes" de Dora García).
Okwui quiere convertir la Bienal en un "palcoscénico" pero no tiene la capacidad de re-presentar otra cosa que la impostura ideológica. Su proyecto es sencillamente un ejemplo de la fosilización de la práctica curatorial contemporánea. Tras la brillante desmesura de Gioni con su "Palazzo enciclopédico" (al que, por cierto, acusaron de apostar por lo outsider y no atender ni a lo político ni a los conflictos de género), Okwui parecía el "salvador" que pondría sobre la palestra los conflictos del presente. Lo que ha aparecido en el escenario es aquel idiota de Macbeth que "no significa nada". Las obras van, como va siendo costumbre, unas tras otras sin orden ni concierto, no hay tematización ni contraste, faltan diálogos, sobran estas modalidades de abarrotarlo todo sin tener ni la gracia que tenían exposiciones de años pasados en el Palazzo Fortuny que apelaban a la "wunderkammer". En la documenta XI ya agotó la paciencia del espectador con una cantidad exagerada de vídeos, ahora se modera un poco pero lamentablemente lo que elige del "pantanoso" dominio de la pintura es tremendamente cutre. Hacia tiempo que no veía tanta pintura mala junta.
Bastantes de los artistas seleccionados son africanos y una legión está legitimada en el sacrosanto mundo galerístico norteamericano. Se bautiza quien tiene buen padrino. En el el Pabellón Italia (al que se penetra a través de un "cortinaje" de oscuras y pésimas pinturas de sobrevalorado Oscar Murillo) rinde homenaje, con una tristeza taxidérmica inequívoca, a Hans Haacke, y en el Arsenale tiene raptos sublimes que le llevan a hacer "capillas" para Ofili, Grosse y Baselitz. Da igual si sus propuestas no tienen nada que ver con esos "mundos" totales, quedan bien y a correr. Por desidia, falta de rigor y nula articulación conceptual, Okwui machaca obras y artistas excelentes, magnifica a mediocres y aplasta todo en una saturación infumable. Hasta Nauman con una neones ya "canónicos" está "troceado" por un machetes de Abdessemed. Los pabellones nacionales, por una vez, están mejor que el proyecto curatorial del "encargado estelar".
Me han parecido especialmente interesantes las propuestas de Alemania, particularmente Ito Steyerl, Gran Bretaña con Sarah Lucas y la freak propuesta de Canadá. España es capítulo aparte. Tengo mucho respeto por la obra de Cabello+Carceller y me interesa lo que hace Pepo Salazar pero la impresión que saco es que el papelón que se le da a Dalí bloquea el pabellón. Martí Manen ha intentado convertir un "pretexto" en una instalación y la cosa queda exagerada. ¿Qué queremos decir en el 2015 apelando a Dalí?¿Para qué hacer esas entrevistas tan anodinas a Borja & Cia que no parecen muy convencidos de lo que están haciendo ahí? El pantallón de tele que está en el centro revela una voluntad de darle a tode este asunto daliniano más importancia de la que tiene. Cada uno ha hecho al final la guerra por su cuenta y no han salido tan mal parados aunque como discurso sobre "los sujetos" no hay ni diálogo ni discrepancia. Con todo es una propuesta de artistas valiosos y que, en el tono general de este Bienal, no desentona ni mucho menos.
El pabellón del Instituto Latinoamericano, comisariado (parece que a perpetuidad) por Alfons Hug es de lo peor. Si en la edición del 2013 era un batiburrillo de vídeos ahora se trata de escuchar la voz "indígena". Hug, con una tendencia tan dogmática cuanto carente de talento, hace pasar por el aro a creadores latinoamericano y ofrece un panorama muy pobre de lo que esta pasando en una de las regiones (en plural) con más riqueza artística del planeta. De verdad, América Latina tiene un curador para la Bienal de Venecia que parece que está dispuesto a enterrar cualquier esperanza de que algún día el establishment crítico-museal preste atención a lo que pasa en toda esa región. Pensará que ahora tocaba hacer una instalación de arte sonoro con voces de indígenas, de la que a la postre ÉL es el "autor": no se puede ser más cretino y, al mismo tiempo, simular que se está dando "visibilidad" (ciega ciertamente ) al otro. Uno de los últimos pabellones que vi fue el italiano que, para los desastres que suelen perpetrar, no era completamente penoso. A la manera de Okwui se habían gastado un dineral en panelar y acondicionar todo sin respetar la singularidad de los espacios.
Me siento viejo al recordar, con nostalgia, a Szeeman que si sabía utilizar el Arsenale con vigor. La última vez en la que se pudo contemplar a artistas haciendo piezas site-specific en esas salas agrietadas y ruinosas fue en 1999. Ahora se lleva la higiene paneladora, el postureo pseudo-marxista, el alicatamiento demencial, el multiculturalismo pedorro. Normal que editen dos tomos y que pesen varios kilos. Tendrían que editar el material de esta Bienal inmunda "de todos los mundos" en hierro corroído para que todos los snobs del mundillo del arte nos rompamos de una vez por otra la espalda. La mente la tenemos ya acorchada. Gracias por citar, querido comisario, a Benjamin y a Rousseau, a Marx y a Kluge, todo muy "oportuno", descaradamente en vano.
Una bienal tremendamente "idiotizada", singular en su falta de reflexión, un bazar del (post)capitalismo atolondrado.
Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0