Hay que compartir un apetito por lo maravilloso para comprender lo que significa la red, Web, la araña, spider, el gusano, worm; lo que significa crawlear, reptar-nadar, o browsear, hojear. Lo virtual se aloja entre lo más abstracto/ fantástico y lo más concreto/ empírico, según la vieja receta del cuento de hadas y de la ciencia ficción, que nos relacionan con el aquí y ahora con toda la fuerza de los detalles cotidianos para mejor despacharnos sin decir agua va, a otro mundo virtual. Comenzando con los bits, fragmentos, pedazos o briznas, para nombrar el mero objeto, algo o nada, impulso o nada de impulso que en adelante hace las veces de cosa y de sustancia, en una reinterpretación de la ontología y de la semántica. Un delirio escolar hace que a menudo los más grandes inventores en la materia (Roland Moreno) hagan circular bromas o juegos inapreciablemente tontos, tan tontos que se vuelven lewiscarrolianos. Barbara Cassin, Googléame, V. Acerca de la democracia cultural, 2. ¡Nuestras lenguas!, 2.1. La jerga informática
la combinación entre la dispersión y la capacidad de absorción de la Red así como ese factor lúdico inmanente por todos conocido, constituye un pequeño cóctel de elementos más o menos constantes que si bien se puede procesar como leitmotiv, también arrastra, desvía, descentra. entre esos arrastrares, desvíos y descentramientos, la experiencia virtual se encuentra más cerca de la traducción del errar sináptico, a saltos, roto (en ocasiones, también fallido), de destellos en la oscuridad,
que de cualquier transcripción al uso
(o composición, incluso)
porque la literalidad online no es más que un gesto (ctrol + c, ctrol + v) que, como tal, podríamos equiparar al juego infantil del teléfono estropeado en el que la suma de las voces genera una exquisita desviación