¿Cuánto tiempo debe ahorrar un joven para acudir a un concierto de este tipo? ¿Merece la pena pagar más de 70 € por contemplar a unos músicos desde las distancias siderales del último anfiteatro de un estadio? No quiero afirmar que hablamos del gran timo del R&R, pero sí que esta no parece una situación ni siquiera sana.
Lo que me parece cuestionable es la presunta necesidad de esas cifras. Hasta entrados los años ochenta, los grandes grupos montaban giras elefantiásicas que a veces no resultaban rentables, pero este déficit se compensaba con el efecto promocional que tenían sobre las ventas de su último disco. Sin disco no había gira y un nuevo disco implicaba sacarlo a pasear por el mundo.
Esto ha cambiado y sabemos por qué. El intercambio de archivos ha hecho disminuir las ventas de discos, de manera que las giras deben ser rentables en sí mismas. ¿Cómo de rentables? Aquí entramos en el quid del tema. Esa rentabilidad ¿debe ser suficiente como para que el artista en cuestión pueda tirarse unos cuantos meses o incluso años viviendo de las rentas? Aparentemente, de eso se trata. La inmensa mayoría de los artistas que cobran estas cifras son gentes de las que no tenemos noticia durante eones y de repente aparecen como caídos del cielo, nos abruman con su mitología y su música y vuelven a desaparecer hasta nueva orden. No sé, parece una actitud algo pirata, donde las armas de asalto son el estupor admirativo que provocan y la presión mediático-social que generan.
Pero hay alternativas. Conozco bien a Carsten Nicolai (Alva Noto), artista plástico presente en Bienales y ferias internacionales, músico colaborador en pie de igualdad con Ryuichi Sakamoto y co-editor de uno de los mejores sellos mundiales de electrónica: raster/noton. Quiero decir, no es un don nadie ni un artista maldito. Vive bastante bien, tiene un estudio estupendo en Berlín y viaja por todo el mundo. Pero es perfectamente posible contratarle para una actuación por menos de 5.000 € (si el proyecto es interesante, por mucho menos).
Lo que sucede es que Carsten, como muchos músicos y grupos contemporáneos, se entienden a sí mismos, ya no como artistas románticos, sino como trabajadores y agitadores culturales. Como profesionales que curran todo el año y todos los años. Si un Springsteen o unos Radiohead trabajaran de esta manera, no tendría justificación hacinar al público en un estadio ni que cobraran esas cantidades delirantes. De hecho, ganarían el mismo dinero aunque ¡ay! con mayor esfuerzo. Pero no lo hacen y prefieren dedicarse a sus cosas durante largos espacios de tiempo y luego hacer caja durante los días o meses que duran sus giras. Es una actitud, seguramente defendible. Pero si he de apostar, prefiero la de Nicolai.
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