Grabba Grabba Night
25-12-05 José Manuel Costa
Pocos viernes por la noche he conocido en Madrid tan matados como ayer. No sé como habrá sido en otros lugares, pero el mero hecho de no haber pillado ningún atasco ni hecho ninguna cola ya dice bastante. Según el rector de la sala Heyneken (antes Arena) “Es que los estudiantes se han vuelto a sus casas”. Bien puede ser.
El caso es que el Stereoparty montado por Subterfuge estuvo relativamente gélido y eso que Slam, Humbert Humbert y L Kan tienen su público. Pero había escaso ambiente y hacía un frió de horror. Simpático y majo, pero no memorable.
Luego rumbo al 8 ½ por una Gran Vía algo fantasmal para llegar demasiado pronto y recibir otra ración de frió polar en la sala. Cualquiera de ambos locales podría servir como establo a los renos de Papá Noel o Santa Claus…
Tras una espera de casi dos horas entretenidos en contar la moderada afluencia de personal y tratando de huir de los homicidas chorros de aire acondicionado, llegó el momento de la actuación: Grabba Grabba Tape, lo más radical de Madrid, la semi-clandestina dirección del sello Gssh Gssh en acción, una de las muchas lanzas que la escena madrileña está lanzando contra las legiones de lo establecido.
Veamos la foto. Salen así, como un peculiar cruce de abominable hombre de las nieves, Copito de Idem y alguna forma extraterrestre. Es curioso que hayan ido a coincidir en esto del peluche con los Coil del difunto John Balance, pero la casualidad es mejor que peor.
Dicho esto ya todo es una exhalación. Teclados y batería más una voz perfectamente ininteligible pasada por ni se sabe cuantos filtros. Una catarata de golpes en los pobres tambores, líneas de sintetizador algo maniacas pero simples, ruidos extraños que deben ser los gritos… Todo ello desbocado, como si los Lightning Bolt les hubieran hecho una transfusión de adrenalina y brutalidad a los Residents. Total, canciones de 1 minutillo y a por la siguiente, un caballo reventado y a por otro.
Aquello era para dejar la boca abierta, porque la performance incluye una caída del batería, grande como es el hombre y con sus huesos por los suelos, una aventura por entre el público, golpes para aquí y para allá… Muy intenso. No mire el reloj (mal hecho) pero aquello no debió durar más de media hora. Suficiente.
La malagueña de mi grupo decía “¡Dan miedo!”. El asturiano “¡Esta gente es increible!”. Y la madrileña “No esperaba llegar a ver a un grupo así en Madrid ¡Hemos avanzado mucho en esta ciudad!”.
Feliz Noche, Día y Subsiguientes.