Por Carlos Albadalejo (ADN.es)
Dice el texto que la acompaña que Euphoria explora de forma valiente e impune "los instintos y los sentimietos", que tiene una gran capacidad "de afectar al espectador" y que es una historia sobre "la vida de rusos normales".
Con tal presentación, aquellos espectadores a los que les gusta saber a qué atenerse cuando van al cine no pueden tener ningún tipo de duda. La primera película de Ivan Virypayev es un hueso duro de roer, de los que pueden hacer daño a quien no esté preparado y, sobre todo, una de esas historias agridulces que generan un desasoigo que crea adicción.
No apta para corazones duros de verdad, aunque ideal para los que aparentan serlo pero esconden ternura, conviene recordar que la Euphoria es un sentimiento peligroso porque raya lo artificial y porque, una vez se ha desvanecido, lo único que queda es la dura realidad.
Gente corriente como tú
"Se vieron una sóla vez, en una boda alcohólica. Sus ojos se encontraron y ya está. Algo que nunca habían conocido antes, algo que no podían explicarse. Ahora no pueden vivir ni respirar sin el otro. Nace la corriente de un río acaudalado que les une con una intensidad irresistible. Ya no pertenecen a ellos mismos, ni a sus familias, ni a sus amigos".
Con esta franqueza demoledora explica Virypayev el sentimiento que nace entre la pareja protagonista de esta historia. Dos personas con vidas normales.
El secreto del cine reside muchas veces en su capacidad de ponernos en bandeja una historia con la que sentirnos identificados. Pero si hasta ahora hemos vivido con la fantasía de ser un galán, una princesa, ricos o extremadamente guapos, Euphoria es todo lo contrario.
La brutalidad de la relación entre sus protagonistas, interpretados por actores no profesionales, se debe a la intensidad de sus sentimientos. Pero la brutalidad de la película hacia nosotros, esa reside en la posibilidad no muy lejana de que fuéramos nosotros mismos los que viviéramos ese amor.
Una promesa condecorada
Euphoria recibió una nominación al Leon de Oro en la categoría de mejor película del pasado Festival de Venecia. Si bien no se hizo con el premio por culpa de Jia Zhang-Ke y su Still Life, el jurado de la muestra quiso premiar la valía del director otorgándole el Pequeño Leon de Oro, distinción que se concede en reconocimiento a las promesas del cine de autor.
No es el único premio recibido por Euphoria. El Festival Internacional de Cine de Warsaw también concedió su Grand Prix de la categoría Nuevos Directores. La cinta fue también la gran triunfadora del Sochi Open Festival de Rusia y recibió el premio Nika a la película más rompedora este mismo año.