Poseído por una visión
20-11-05 José Manuel Costa
(publicado originalmente en ABCD las Artes)
Este es el año en que Richard T. James, (alias Aphex Twin, AFX, Polygon Window, Gak, Power Pill?) parece estar poniendo cierto orden en casa. Por un lado lanzó sus Analord series 1-11, tres horas y media de música editada en principio en vinilos para audiófilos y que ha sido calificada como un cruce entre «música agradable» y «acid house barato», algo que suena bastante bien y es AFX casi clásico.
Por otro lado, se reedita en disco compacto otra serie fundamental, el Hangable Autobulb de 1994-95 (un trabajo que al igual que antes Ambient Works ayudó a redefinir la electrónica).
El caso es que hay material de este hombre para dar y tomar y eso no puede estar mal: Richard T. James es una de las personalidades más importantes en el mundo de la electrónica y no sólo por su música, sino también por los tremendos vídeo-clips que le ha facturado el genial Chris Cunningham.
En todo su esplendor. Estas ediciones y reediciones muestran a James en todo el esplendor de un músico poseído por una visión y que escucha voces más allá de las que suelen oír la mayor parte de los artistas. Quizás ya no lo haga, pero buena parte de su trabajo ha surgido de una práctica muy insana, los «sueños lúcidos», ese estado de conciencia semialucinada que llega después de haber superado el sueño.
Si sus primeras piezas de 1991 eran techno de primer orden que retomaba los aires que llegaban de Detroit y, en vez de frivolizarlos, los retorcían llenándolos de voces y ruidos, los Hangable Autobulb son la presentación de lo que estaría por venir, esa orgía de breaks que le hicieron famoso en álbumes como I Care Because You Do o en Ventolín, el sencillo más enfermo de la historia. No es que AFX estuviera solo, junto a él había gente como Mike Paradinas, Autechre o Plaid tratando de romper la dicotomía que comenzaba a establecerse entre house-techno para las masas y experimentos electrónicos para los exquisitos.
Al quebrar el ritmo pero mantener la pulsación, AFX aun permitía un esbozo de baile o, si se prefiere, un referente rítmico que opera más sobre algún lóbulo cerebral que sobre las extremidades inferiores. Esto, claro, abrió amplios terrenos mas allá del 4x4 y James fue de los que más consecuentemente los exploraron.
Antiguos «álbumes». Las Analord Series, tratan de emular en su presentación física los antiguos «álbumes» de 78 rpm. El número 10 es una funda de cuero que contiene el resto de los volúmenes (cada cual con su propio diseño gráfico) y los vinilos propiamente dichos pesan cerca de 180 gramos.
Es, no cabe duda, un trabajo determinado por un concepto, pero no necesariamente una «obra». De la misma forma que los antiguos albumes de baquelita podían contener una ópera, pero también una serie de piezas agrupadas en torno a un tema, lo que hace AFX con estas series es presentar un cruce entre música de baile y un «ambiente» tan perverso como el On Land de Brian Eno.
Dan ganas de ir subiendo el volumen hasta lograr que sea molesto para los vecinos. James se equivoca a veces, pero siempre es un enorme descubridor. Seguirle tiene sus riesgos, pero suelen traer cuenta.