Banalidad vestida de arte
26-10-05 Revista de Prensa
José Manuel Costa
(publicado originalmente en La Tostadora)
Boards of Canada
The Campfire Headphase
Warp
IDM
Puedo haber escuchado este último disco de Boards of Canada, unas 15 veces o más. No por placer, sino en orden a pergeñar esta reseña. Ofrezco el dato porque indica varias cuestiones. La primera de ellas es que su música no resulta molesta. Se puede dejar puesta mientras se realizan otras tareas y no es necesario prestarle demasiada atención. La segunda es que aceptar o rechazar la música de estos escoceses no es algo que surja en mí como algo intuitivo, inmediato, evidente… La tercera es que BOC vienen siendo presentados como enormes músicos desde mi muy respetado The Wire hasta el bastante menos exquisito MondoSonoro y aunque uno se aburra, debe tomar en consideración otras opiniones.
BOC es, sin lugar a dudas, el epítome de la actual IDM (Intelligent Dance Music, uno de los calificativos más lerdos que puedan existir). Ocupan ese espacio que antes de ellos poblaron los franceses Air y lo llenan de filigranas ambientales sobre unos ritmos sencillos adobados con agradables sonidos sintéticos o “naturales”. Son lo suficientemente hábiles como para evitar acusaciones de pretenciosidad “ensuciando” parte de esos sonidos con el fin de imitar la espontaneidad de las grabaciones caseras.
No hay que preguntarse si este disco, como antes Geodaddi esta bien manufacturado. Eso se concede de entrada. Aunque las piezas no contengan ningún misterio, atravesarlas permite ir escuchando todo tipo de pequeños detalles engarzados en lugares a veces inesperados, aunque nunca demasiado provocadores. Todo muy placentero y muy en su sitio, de eso no cabe duda.
El problema es de concepción. En su evidente afán por no molestar, por realizar una música “bonita”, BOC recorren una y otra vez un jardín ya muy pateado desde principios de los 90, por grupos de su mismo sello como Sabres of Paradise, Two Lone Swordsmen, The Orb… Pero incluso este volver por el camino daría sus frutos si se revelaran recodos que antes se pasaron por alto, perspectivas únicas y distintas, no necesariamente “nuevas” pero si lo suficientemente interesantes o conmovedoras.
No es eso lo que surge de este CD, sino un envoltorio que para sus creadores y fans posee incluso ribetes de trascendencia pero finalmente no se aleja mucho de una música de ascensores algo más imaginativa. No irrita, pero tampoco excita. Cierta banalidad vestida de arte, eso es lo que parece.