Cómo pasa el tiempo. Hace ya un año que escribía acerca de un hombre muy importante para la literatura contemporánea: Joyce. No, no James Joyce; ese murió hace 65 años. Es Stephen James Joyce -
su nieto- el que te preocupa. Sin su santa, enloquecida y avariciosa voluntad,
el Ulises no existe. Hoy, en el New Yorker,
le pega un cuidadoso repaso por que eso de que estamos a pocos dias del 16 de Junio, más conocido como
Bloomsday.
In 1988, he took offense at the epilogue to Brenda Maddox’s “Nora,” a biography of Joyce’s wife, which described the decades that Joyce’s schizophrenic daughter, Lucia, spent in a mental asylum. Although the book had already been printed in galleys, Maddox, fearing a legal battle, offered to delete the section; the agreement she signed with Stephen also enjoined her descendants from publishing the material. Shortly afterward, at a Bloomsday symposium in Venice, Stephen announced that he had destroyed all the letters that his aunt Lucia had written to him and his wife. He added that he had done the same with postcards and a telegram sent to Lucia by Samuel Beckett, with whom she had pursued a relationship in the late nineteen-twenties.
(...) Stephen has also attempted to impede the publication of dozens of scholarly works on James Joyce. He rejects nearly every request to quote from unpublished letters. Last year, he told a prominent Joyce scholar that he was no longer granting permissions to quote from any of Joyce’s writings. (The scholar, fearing retribution, declined to be named in this article.) Stephen’s primary motive has been to put a halt to work that, in his view, either violates his family’s privacy or exceeds the bounds of reputable scholarship. The two-decade-long effort has also been an exercise in power—an attempt to establish his own centrality in regard to anything involving his grandfather. If you want to write about James Joyce and plan to quote more than a few short passages, you need Stephen’s consent. He has said, “We have proven that we are willing to take any necessary action to back and enforce what we legitimately believe in.” Or, as he put it to me during two phone calls that he recently made to me from La Flotte, “What other literary estate stands up the way I do? It’s a whole way of looking at things and looking at life.”
Stephen James Joyce, que tenía nueve años cuando su abuelo murió, mantiene que
todo artista tiene derecho a que su trabajo se reproduzca de la manera que le parezca más conveniente. También desprecia a los academicos por oscurecer el Ulysses con palabrería esotérica, probablemente la unica opinion razonable de su repertorio; compartida por el poeta Patrick Kavanagh [
What weapon was used / To slay mighty Ulysses? / The weapon that was used / Was a Harvard thesis]. Pero eso no explica su pasión por boicotear aquellos eventos en los que el publico general se vería especialmente beneficiado, como las reediciones baratas, las lecturas públicas o los documentales para la televisión.
Stephen Joyce permite a algunas Universidades organizar lecturas y festivales en torno a la obra de su abuelo siempre y cuando le inviten como conferenciante; insulta a los biógrafos, marea a los periodistas, es irascible, imperioso, grosero y chantajista con los académicos y esperó al ultimo minuto antes de la mayor fiesta literaria que se ha celebrado en Europa (el primer centenario del Bloomsday, hace dos años en Dublin) para advertir al alcalde que llevaría a los tribunales a cualquier institución, publica o privada, que organizara una lectura publica de la obra. Robert Spoo, editor del
James Joyce Quarterly abandonó su trabajo para convertirse en abogado de Copyright tras años de entrenamiento peleando con Stephen Joyce. El
Joyce Studies Annual cerró, después de doce años porque no podían seguir lidiando con "el problema".
Sin oficio conocido y poseedor de un titulo universitario inventado, a Stephen Joyce le toco la lotería por segunda vez el uno de julio de 1995, fecha en que el parlamento europeo decidió alargar otros 30 años los derechos de Copyright. En su afición por castigar a los seguidores del autor al que representa post-mortem se une Valery Eliot, viuda de T.S.Eliot, quien se niega a permitir biografias de su difunto esposo motivada, al parecer, por unos celos tambien post-mortem hacia su primera mujer. Pero, si consideramos las circunstancias en que Ulysses fue escrita y publicada, esta historia es mucho mas deprimente. A Joyce se le fué media vida en conseguir que su libro más preciado se pudiera leer. La censura que le amargó la vida entonces ha renacido carne de su misma carne. Qué ironia mas negra.
MAS:
Bloomsday, Bloody Bloomsday |
A Portrait of the Artist's Troubled Daughter
HAPPY BLOOMSDAY READINGS:
Todas las obras e Joyce |
James Joyce's Ulysses: One Page Every Day |
The James Joyce Scholars' Collection |
Joyce to the World |
extractos |
guia de la BBC |
Roddy Doyle sobre el Ulysses: overlong, overrated and unmoving
En Berlin:
BERLIN BLOOM`S DAY en la Casa de la Literatura.