Wire, cuando el punk no era punk rock
11-05-06 José Manuel Costa
Hubo un tiempo, hace casi treinta años, cuando en unos grandes almacenes era posible encontrar el “Pink Flag” de Wire. No contentos con haber publicado uno de los primeros grandes discos nacidos durante el estallido punk británico, EMI insistió en su obcecación y les publicó otros dos, “Chairs Missing” (1978) y “154” (1979), antes de que el mismo grupo decidiera dejarlo por un tiempo.
Hoy resultaría sencillamente impensable que una de las pocas multinacionales oligopólicas que restan se atreviera a sacar una música tan afilada, tan subversiva, tan aventurada e imaginativa, tan escasamente comercial.
Sorprende, por tanto, que EMI (UK) se haya decidido a reeditar estos tres álbumes. ¿Les ha dado una fiebre o algo? Aparentemente, EMI se ha decidido a dar este paso porque grupos tipo Mäximo Park han dejado caer el nombre de Wire entre sus influencias. Hay que ver.
El caso es que aquí los tenemos, tres discos que, más que un estilo, definen una forma de hacer, una manera de enfocar la música que, pronto se vio, iría mucho más allá de unos instrumentos, una voz y una plantilla de canciones. Lo que demuestra Wire es como se parte de un género, el pop en este caso y se pervierten sus reglas una y otra vez, liberando cada canción de sus corsés, entendiendo la estructura como una simple plataforma desde la cual volar, no en la cual encerrarse. Una música que, lejos de sentar un nuevo canon, se presenta como una realidad fracturada y cambiante, traducida en un directo de volumen ensordecedor y en el que los detalles surgían más del encuentro de frecuencias que de ningún artificio preconcebido.
Escuchar estos tres discos seguidos (a los que no estaría de más agregar el excelente “Send” (2003) es toda una experiencia. Dura, porque esta no es música blanda ni cuando se presenta como balada (15th), pero recompensa con creces.
En “Pink Flag”, de 1977 (el mismo año del “God Save The Queen” de los Pistols) Wire, desde una plataforma punk atacaban sin piedad las nacientes convenciones del punk-rock, lamentablemente mantenidas hasta ahora por elementos como Green Day y consideradas ya entonces como “glam rock anfetaminado”. Colin Newman (voz), Bruce Gilbert (guitarra), Edward Graham Lewis (Bajo) y Robert Gotobed (batería) largaban canciones de letras increibles que solo un par de veces alcanzaban los 4 minutos y rondaban por lo general el 1 ½, antecediendo a los Residents del “Commercial Album” en renunciar a cualquier extensión gratuita de la esencia de cada pieza.
En “Chairs Missing” Wire consideraba que su respuesta al punk estaba agotada y comenzaron directamente a experimentar y a construir sobre el terreno que previamente habían demolido tan a conciencia. Aquí debemos decir que en este grupo componían todos, pero también que la colaboración es tan evidente que incluso la “autoría” creadora queda continuamente negada. Desde el glorioso inicio con “Practice Makes Perfect”, hasta la última “Question of Degree”, “Chairs Missing” ofrece tal cantidad de alternativas, tal variedad de pasajes inexplorados que cada canción podría servir como plantilla de un –ismo. Las canciones se extienden algo más, no por repeticiones del tema, sino por largas disoluciones de su estructura. Las citas surgen como si fueran samples en sentido contemporáneo, la manipulación electrónica aparecía prometiendo desarrollos que hoy llegan hasta el noise…
Y en “154” todo esto alcanzaba un límite de complejidad que en si misma llegaba hasta la frontera con lo artificioso y lo pretencioso. Momento de dejarlo, cuando el proyecto había llegado a su cumbre. Hoy siguen siendo un ejemplo.